Detrás de las enfermedades

Lo que más nos preocupa en el campo de la salud son las enfermedades y su tratamiento con medicamentos.

Pero la enfermedad es apenas un momento de un proceso más amplio que implica también: la salud, la vida y la muerte. Además, las enfermedades son la expresión de problemas mayores tanto del funcionamiento individual, como – sobre todo- del ordenamiento social, económico y ambiental en que uno vive.

Estas consideraciones me quedaron aún más claras la semana pasada, cuando tuve la oportunidad de participar en Asunción del Paraguay, con personas de 26 países, en un excelente congreso de medicina social para compartir conocimientos y propuestas sobre cuáles son y a qué se deben los grandes problemas contemporáneos que hacen imposible el buen vivir a nivel global y, en especial, en América Latina.

Mereció especial atención la crisis climática. La crisis, que resalta su gravedad, y no el cambio, que suaviza y naturaliza la tragedia. Se dieron cifras y ejemplos alarmantes sobre la deforestación acelerada del Chaco paraguayo y la amazonia. Sobre la minería legal e ilegal que devasta los bosques y agota y envenena las aguas. Y sobre la monopolización de la industria agroalimentaria a nivel mundial. El 90% del comercio mundial de cereales, por ejemplo, lo controlan tres empresas multinacionales. Una de las conclusiones fue entonces que “el mundo tiene fiebre” y que la amenaza no es sólo contra el planeta sino contra la vida.

Fue también objeto de preocupación y debate el crecimiento exponencial de las desigualdades innecesarias e injustas, es decir: las inequidades. El panorama de las inequidades se perfiló a nivel internacional, partiendo del propio país sede del encuentro, en donde el 3% de la población posee el 85% de la tierra, y un alto porcentaje de la gente no tiene energía eléctrica, a pesar de ser el principal exportador de energía de la región.

En Colombia no estamos mejor. Mientras uno de cada cinco colombianos sigue en la pobreza, en el campo la relación es peor: de cada dos campesinos, uno es pobre.

Y el 0.4% de los propietarios rurales son dueños del 41% de las tierras dedicadas a la agricultura. A nivel regional, se registran inclusive inequidades ambientales. Los efectos del huracán Matthew fueron un ejemplo: de los 550 muertos que produjo, 544 fueron haitianos, 4 dominicanos y 2 de los Estados Unidos.

Se dio además mucha importancia al análisis de los sistemas y servicios de salud. Se observó la progresiva medicalización de la vida. Se analizó cómo varios países europeos – en especial Inglaterra, Suecia, Francia, Alemania, Holanda y Grecia – están desmantelando sus estados de bienestar y van hacia la privatización, costosa y excluyente, de sus sistemas de salud.  Y cómo en América Latina, con resistencias e inclusive propuestas alternativas en algunos países, se sigue consolidando el modelo mercantil de la salud.

Crisis climática, inequidades y mercantilización de la salud, procesos esenciales del modelo económico-político imperante, hacen parte del núcleo que determina la aparición o reaparición y la rápida expansión intercontinental de enfermedades como el dengue, la malaria, el zika y el chikungunya. De las hambrunas y las muertes por desnutrición de niños y niñas pobres, indígenas y campesinos. Del incremento de muchas formas de violencia. Y hasta de enfermedades crónicas y algunos tipos de cáncer.

Detrás de las enfermedades están las confrontaciones de saberes, poderes y prácticas.  Se hace entonces necesaria otra mirada de los problemas de la salud y la enfermedad, desde las dinámicas económico-políticas que los producen y desde los escenarios reales en que acontecen la vida y la muerte de las personas. Se cuenta para ello con los valiosos aportes de los saberes ancestrales y de las ciencias sociales.  Sin esta mirada y los cambios consiguientes, seguiremos en el círculo vicioso de las enfermedades y los negocios. Y muy lejos del buen vivir.

 

 

FUENTE: http://www.elespectador.com/opinion/detras-de-enfermedades

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