ESPAÑA: ¡Oiga! ¿dónde estamos? Me he perdido. (1ª parte), por Ángel Ruíz Téllez

Juan Simó. Médico de familia. RL&LP. Centro de salud Rochapea. Pamplona. Navarra. España. ju.simom@gmail.com

                              ¿Hacia dónde tirar, si no sé dónde estoy?

Vamos a ver, ¿estamos en una segunda ola o es cosa de rebrotes? ¿La infección ha perdido virulencia en este repunte?¿Hay más infección en España que en Francia, Italia, Rusia…? ¿Cuántos mató la Covid-19 en la primera ola… 28.500 o más de 40.000? ¿Debe prevalecer el criterio diagnóstico del médico que atiende al paciente junto a su cama o el del epidemiólogo que recibe el registro y no ve más que guarismos? ¿Letalidad o mortalidad? ¿Es posible mezclar en la misma gráfica, como si fuera una misma unidad y realidad, los positivos de toda la pandemia? ¿Es lo mismo positivo que infectado que enfermo? Ya, es una pregunta retórica, entonces, ¿por qué se asimilan y no se discriminan en la información? Cierre de municipios o barrios por encima de los 500 / 100.000… ¿De 500 qué… positivos, infectados, enfermos?

EVOLUCIÓN OFICIAL Y EVOLUCIÓN REAL
La Figura 1 nos muestra la EVOLUCIÓN OFICIAL de la pandemia desde su inicio. Es evidente que la cosa no pinta bien. ¿No asusta bastante? ¡Menudo repunte!

Figura 1.-Evolución epidemiológica de la infección por Covid-19 en la población general española.  Media móvil de los últimos 7 días. Imagen Oficial. Fuente: (aquí)

Sin embargo, la Figura 2 muestra la EVOLUCIÓN REAL de la pandemia. Se trata de la evolución de infectados en base a los datos de estudios epidemiológicos de que disponemos (no sólo de los infectados detectados). A diferencia de la Figura 1, la Figura 2 representa la evolución epidémica SIN el SESGO de sub-información derivado de la evidente limitación de pruebas diagnósticas de PCR habida en la primera ola y de la imperfección del rastreo actual que no identifica cierto porcentaje de casos.

Figura 2.- Evolución epidemiológica de la Infección por Covid-19 en la población general española. Media móvil de los últimos 7 días. Fuente: elaboración propia.

¿CÓMO SE CONSTRUYE LA CURVA DE LA FIGURA 2?

La curva de color gris de Infectados (*) de la Figura 2 se obtiene, para la primera ola, por extrapolación de los estudios de seroprevalencia. En la primera ola hubo un 5,2% nacional de seroprevalencia. Es decir, unos 2,5 millones de casos pero en el conjunto del país se detectó un 10% de esos casos, unos 250.000 (con un porcentaje aún menor al principio que al final de dicha primera ola). Por tanto, un 90% de infectados en la primera ola no fueron detectados y no se pudieron representar en la curva que la representa antes de conocer los resultados del estudio de seroprevalencia. En el segundo repunte de este verano, afirma el Dr. Fernando Simón que el rastreo está detectando alrededor del 70% de los casos reales (lo comprobaremos cuando tengamos los resultados del estudio de seroprevalencia que se iniciará este mes de octubre), por lo que alrededor del 30% no está representado en la curva azul oficial pero sí en la curva gris de Infectados (*).

MEJOR APROXIMACIÓN A LA REALIDAD EPIDEMIOLÓGICA: EL DENOMINADOR

Es decir, la Figura 2 es la mejor aproximación a la realidad epidemiológica de INFECTADOS, hayan sido o no detectados mediante PCR, y nos proporciona el DENOMINADOR necesario para construir indicadores que puedan describir la evolución de la epidemia a lo largo del tiempo. Y esta realidad es muy diferente de la que parece desprenderse de la curva oficial de la Figura 1 que muestra sólo los Infectados Detectados.

Para responder a la pregunta de cómo va la epidemia hay que fijarse en la curva que muestra la Figura 2  que nos indica claramente que la situación actual no es tan mala como la de marzo-abril. Sin embargo, describir la epidemia con la Figura 1 provoca la impresión contraria.

Si en vez de detectar actualmente, como afirma el Dr. Fernando Simón, el 70% de los casos reales estuviéramos detectando el 50%, la imagen no sería muy diferente (Figura 3).

Figura 3.- Evolución epidemiológica de la Infección por Covid-19 en la población general española. Media  móvil de los últimos 7 días. (Con “2ª Ola” a detección del 50%) (Detalle). Fuente: elaboración propia.

Pueden comprobarse los diferentes ángulos de ataque de la incidencia de las dos «olas». La primera exponencial y la segunda lineal. Esto último, siempre mejor, claro, pero que de seguir el pueril y paralizante cacareo político, no pasarán muchos días para que acelere y se haga tan exponencial como la primera. Las medidas de rastreo, cuarentenas y confinamientos a cada brote son críticas. Cada día de retraso, se dispara la transmisión comunitaria.

En cualquier caso, las imágenes que describen las figuras, pese a que intentan describir una misma realidad, parecen mostrar epidemias diferentes. La representación parcial de la curva evolutiva de la epidemia, sin atemperar, provocará una impresión y unas reacciones intelectuales, emocionales y sociales bien distintas que las que se derivan de una figura que muestra la información acotada en sus coordenadas de realidad.

UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS: CONSECUENCIAS
Si “una imagen vale más que mil palabras”, ¿qué le estará diciendo la imagen de la Figura 1 al ciudadano medio, al lego, al periodista del infotainment, al político iletrado, al populista, al osado ignorante influencer, al negacionista?

Pues le dirá que sí, que hay más positivos en la “segunda ola” que en la primera y que sí, que es una SEGUNDA OLA, ya más alta que la primera pues parecen mostrar, ambas curvas, el mismo o similar ángulo de ataque (Figura 1). Por ello, es fácil comprender la peligrosísima interpretación general de que, pese a «una segunda ola peor que la primera», «parece evidente» que el virus es mucho «más benigno», que se ha atenuado pues, pese a «más casos», ingresan menos, se agravan menos, se complican menos y, en definitiva, mueren menos. Por tanto, socialmente recibiremos y compraremos el mensaje tácito de que podemos bajar la guardia, de que laxos confinamientos y cuarentenas son suficientes. Que cuando estemos malos, una semanita de ingreso a gastos pagados y ya inmunizado para siempre, y que todo eso de la distancia social y la mascarilla no es para tanto. ¡Claro!, botellón no, pero cenas con colegas y relajación social… ¿por qué no? ¡Carnaza para los negacionistas! Y tiro en el pie que nos damos como sistema sanitario y sociedad.

DISONANCIA COGNITIVA Y DESAFECCIÓN
No hay indicadores neutros: toda información provoca reacción y el hecho de no mostrar la realidad enmarcada en su globalidad tiene consecuencias graves como socialmente estamos comprobando.

La combinación de la información sesgada de la Figura 1 que, por un lado, parece seria y hay que atender con, por otro, la patente reducción y desaparición de las filas de coches fúnebres de la primera ola, provocan una disonancia cognitiva que parece hacer incomprensible y rechazable el empeño de los políticos en confinarnos ante “la evidencia de mayor benignidad de la infección”, en una desafección ante la autoridad política y sus medidas extremadamente inquietante.

Esa incongruencia percibida es letal para la comprensión y aceptación de las medidas de distanciamiento y confinamiento, y no somos conscientes del efecto que provoca tal inconsistencia cognitiva del indicador deficiente y parcial.

¿Para qué hicimos, si no, el estudio de seroprevalencia de primavera? ¿Para que vamos a hacer el próximo? ¿Para qué esa importante inversión? ¿Para qué tres menganos metan una publicación en el Lancet con dinero ajeno? No. Los hicimos y hacemos para tener siempre el DENOMINADOR y podernos ubicar en el «dónde estamos» en todo momento. Y siempre es siempre. ¡Demonios!

NO PODEMOS DAR INFORMACIÓN SIN COORDENADAS, SIN BRÚJULA
En realidad, la indefinición y la polisemia de los indicadores de medición y seguimiento de la epidemia de la Covid-19 ha sido y es un grave problema. De primer orden por sus consecuencias sociales y económicas, a sumar a las propias de la complicación clínica. Su imprecisión nos está alejando de la reacción social adecuada y de las respuestas correctas a preguntas como ¿qué pasó? y ¿dónde estamos ahora?

¿Fueron 28.000 muertos o más de 40.000 en la primera ola? ¿Hay más casos por 100.000 habitantes ahora que en la primera ola? ¿Estamos en la segunda ola o va de brotes? ¿Estamos peor que los países de nuestro entorno?

Ninguna de las respuestas a estas preguntas son ejercicios teóricos. Sus consecuencias sociales son inmediatas: cierres de negocios, limitación de libertades y de movilidad, hundimiento de la confianza propia, y de la confianza en la competencia política y la capacidad de las administraciones. Grave. Muy grave.

INADMISIBLE OPACIDAD Y PRESTIDIGITACIÓN DE LOS DATOS
No soy el primero que denuncia el esperpento de la información epidemiológica con trampas infantiles de CCAA en la comunicación de casos [hoy, día X, se declaran 800 nuevos casos de Covid-19, ¡Uff, qué bien, han bajado!; mañana, de ayer (del día X), se retoca el valor a 1.400, ¡Anda!; pasado mañana, del día X, se corrige a 2.300, ¡Toma!; y un día más tarde, se cierra la trampa declarando que en el día X, en realidad, hubo más de 3.000 casos]. “¡Claro!, ¿cómo vamos a contar la verdad?”. De nuevo el infotainment se impone. Bouza “el breve” lo ha atestiguado pues, ante la relegación del conocimiento frente a la mercadotecnia política, hizo mutis por el foro.

Semana tras semana, vimos en la primera ola estandarizaciones imposibles al mezclar en la misma columna de datos “Casos nuevos ingresados” con “Casos prevalentes ingresados”, como muestra de rebeldía pueril de gobiernos regionales incapaces o reticentes ante lo que consideraban un tutelaje del gobierno central. No es comprensible la impunidad en la alteración de documentos públicos, que es lo que son las estadísticas epidemiológicas, máxime cuando son Enfermedades de Declaración Obligatoria, en las que se da fe de las cifras de una necesidad de primer orden: la información real de una morbilidad y mortalidad pandémicas.

Más de un médico ha dado con sus huesos en la cárcel por alterar una fecha de una baja laboral de forma fraudulenta. Y en eso no hay muertos. La impunidad y los cálculos partidistas y electorales no pueden seguir amparando una incompetencia muy grave. Hago, desde este foro público, un llamamiento a la Fiscalía para que lo investigue y persiga. Los INDICADORES son DOCUMENTOS PÚBLICOS sujetos a jurisdicción penal. ¡Tú verás!, técnico o director de información. Necesitamos datos fehacientes, públicos y publicados adecuadamente, en tiempo y forma. Bastará una sola denuncia y enjuiciamiento penal a un solo funcionario técnico o director de información de cualquier CCAA, para que los intentos políticos de maquillar la información resbalen, a partir de entonces, como el teflón a todo lo largo de la administración pública. Sr. Ministro Illa tiene a su disposición la Fiscalía para actuar ya. Como en toda fiesta popular, hay que sacrificar algo o a alguien para el solaz, la calma y la concordia del respetable. ¡Actúe! y ordene la información. La indisciplina de funcionarios públicos en materias ultrasensibles es inadmisible.

La calidad de la democracia se mide, entre otras cosas, por la transparencia y la rendición de cuentas. Para profesionales, investigadores y divulgadores necesitamos que el Ministerio deposite y disponga las tablas de datos estructurados de los infectados y fallecidos por Covid-19, anonimizadas, para su análisis.

Hoy es una verdadera yincana conseguir la información. ¿Cómo establecer un diagnóstico sin ella? ¿Cómo establecer acciones sin una transparencia de la información? Parte del esperpento infantil político de estos días, está propiciado porque no se han establecido las DEFINICIONES de los indicadores; no se ha establecido la disciplina funcionarial de la información, en tiempo y forma; se mantienen y consienten las corruptelas de opacidad de cada una de las CCAA y, en definitiva, se mantiene secuestrada la información en manos de pequeños petimetres ufanos de su pequeño coto.

ESTANDARIZAR Y RELATIVIZAR INDICADORES AL DENOMINADOR PARA NO IR A LA DERIVA
Paralelamente a una mayor transparencia también es necesario estandarizar los indicadores además de relativizarlos siempre a los denominadores de la infección (Figura 2) en base a los estudios de seroprevalencia. La pregunta “¿dónde estamos?” tiene imposible respuesta sin enmarcarla en esas coordenadas X e Y. Hoy comprobamos cómo se representan en una misma gráfica (Figura 1) la evolución de ambas “olas” cuando en la primera se contabilizaban como Casos los enfermos con PCR + (y, además, no todos los enfermos sino aquellos más graves en los que se dilucidaba su ingreso hospitalario). Actualmente, sin embargo, es Caso todo sujeto con PCR+ muestre o no síntomas y resulte ser o no un falso positivo.

No se pueden mezclar variables diferentes en una misma curva. Es de primero de estadística. Es comprensible que todos estemos perdidos. Es comprensible pero inadmisible pues solo es fuente de confusión que alimenta el caos, impide el diagnóstico de la situación, retrasa la acción o la equivoca, con graves consecuencias sanitarias y económicas.

¿Es que hay más positivos ahora que en marzo-abril? Sí, según la Figura 1. No, según la realidad de la Figura 2. Ante ambas figuras, las reacciones emocionales, comportamientos y decisiones son bien diferentes.

«Infectado«, «Detectado positivo» y «enfermo» se han confundido, se confunden y se usan indistintamente en gráficas nacionales o internacionales, fuente desordenada de titulares alarmistas clamando por el cierre de fronteras internacionales, nacionales o provinciales, desaconsejando desplazamientos, etc. con gravísimo perjuicio social y económico de los más transparentes. Todo por no haber estandarizado las definiciones.

Son muchas las deficiencias que la Covid-19 ha puesto en evidencia en nuestro sistema de salud pero las relativas a la información son particularmente graves. ¿Cómo navegar el sistema, el servicio de salud, el servicio hospitalario, el centro de salud, el profesional, sin relojes de navegación y sin información fiables? ¿No se llama a eso ir a la deriva?

La salida del túnel se aborda con INFORMACIÓN REAL no con infotainment. Toda la información de la Covid-19 la hemos de relativizar al denominador lo más actualizado posible de INFECTADOS (en base a los estudios de seroprevalencia y a sus proyecciones) no a los DETECTADOS. Si no es así, es imposible conocer qué ocurre y los efectos sobre el comportamiento, la emoción y las decisiones son inmanejables. 

Seguir presentando la información de “POSITIVOS” de toda la epidemia en una sola gráfica (Figura 1) como si fueran las mismas unidades es un serio error. Hay que mostrar la información en base epidemiológica y poblacional (Figura 2).

La confianza en los poderes es clave para la asunción de las graves medidas de restricción de movimientos y libertad. Si queremos ser una sociedad que confíe en sus poderes hay que contar la realidad y contarla bien, con transparencia y sin datos o gráficos alarmistas, pues contándola bien y ajustada a la verdad, ya preocupa bastante.



(CONTINUARÁ EN UNA SEGUNDA PARTE)
Angel Ruiz Téllez @artcymap 
Médico de Familia, Director de CYMAP (Concepto y Metodología en Atención Primaria)

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