El acceso a los medicamentos y la pobreza: un reto para el Siglo XXI

1.

El acceso a los medicamentos y la pobreza: un reto para el Siglo XXI.

(Conferencia impartida en la Facultad de Medicina de Ciudad Real, en las Jornadas Contra la Pobreza organizadas por la Universidad de Castilla-La Mancha, entre el 16 de octubre y el 16 de noviembre de 2017).

Diapositivas:

https://www.slideshare.net/FernandoLamata/medicamentos-y-pobreza-81469175?utm_source=slideshow02&utm_medium=ssemail&utm_campaign=share_slideshow

2.

En su preciosa novela “Lord Jim”, Joseph Conrad nos cuenta cómo en Patusan, un pequeño reino perdido en la isla de Sumatra, el Rajah no permitía que nadie comerciara fuera de su control. Imponía un monopolio estricto.

“Rajah Allang –nos dice- pretendía ser el único con derecho a comerciar en su tierra, y la pena por romper el monopolio era la muerte; su idea de comerciar era indistinguible de las formas más comunes de robo”.

Traigo aquí esta cita porque mi charla va a hablar de los monopolios en los medicamentos. Y, siendo que a veces la vida o la muerte depende de un medicamento, veremos cómo estos monopolios son culpables de muchas muertes evitables, y además, quizá caigamos en la cuenta de que el abuso de los monopolios de medicamentos también es “indistinguible de las formas más comunes de robo”.

Según Conrad, el monopolio era tan valioso para el Viejo Tunku Allang, que ordenaba torturar y matar para preservarlo, aún a costa de la miseria de muchos.

3.

La Convención Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, suscrita por 160 países, entre los que se encuentra España, y que es vinculante y obligatoria para los firmantes, dice:

“La salud es un derecho humano fundamental e indispensable para el ejercicio de los demás derechos humanos. Todo ser humano tiene el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud que le permita vivir una vida digna”.

Pues bien, ese derecho humano está siendo violado. No se cumple. Millones de personas pobres en el mundo ven cómo su derecho a la salud, su derecho a los medicamentos que necesitan, es pisoteado.

4.

La Esperanza de Vida al Nacer en los países de altos ingresos es 30 años más que en los países más pobres. El azar de haber nacido en uno u otro lugar marca tu destino.

Es verdad que se ha ido avanzando a lo largo de los últimos 100 años. A principios del Siglo XX la EVN en España y otros países de Europa era de 37-40 años. Se ha duplicado. En buena parte, gracias al desarrollo económico, a la alimentación suficiente, a la disponibilidad de agua potable y de sistemas de eliminación de aguas residuales, pero también, de forma muy importante, gracias a los servicios públicos de salud, que incluyen el acceso a los medicamentos. Un 30% de la EVN actual se puede atribuir a las intervenciones preventivas y curativas de los servicios de salud, incluidos los medicamentos. Lo que es inaceptable, hoy, es que millones de personas vean cómo pudiendo disponer de esos medios, se ven condenados a morir prematuramente.

5.

Los países de bajos ingresos, los países pobres, están atrapados en el círculo terrible de la enfermedad, la muerte prematura y la pobreza.

Cuando en diciembre de 2001 la Comisión de Macroeconomía y Salud de la OMS publicó su informe “Invertir en salud en pro del desarrollo económico” se preguntaba: ¿Es la enfermedad una causa de la pobreza, una consecuencia de ella o ambas cosas? La Comisión concluyó que había poderosos factores causales en ambas direcciones: “La mala salud causa pobreza y la pobreza contribuye a empeorar la salud”.

La pobreza causa enfermedad y muerte prematura por el hambre y la desnutrición, la falta de defensas que facilita el desarrollo de enfermedades como la tuberculosis, la malaria, las diarreas, las infecciones respiratorias, … A su vez, la enfermedad causa pobreza, ya que la pérdida de capacidad productiva impacta duramente en la posibilidad de generar recursos, en la posibilidad de ir a la escuela y formarse.

Pero, además, la pobreza es causa de mortalidad que se podría haber evitado porque los pobres no pueden disponer de los medicamentos que necesitan. La falta de medicamentos mata 10 millones de personas cada año.

Hay más factores. La pobreza influye también en que los sistemas sanitarios públicos sean más débiles, con menos dotación. Tampoco hay infraestructuras sanitarias adecuadas, suministro de agua potable, letrinas. Y hay una carencia en otras importantes infraestructuras de comunicaciones y transporte. Es un tema complejo, donde diferentes factores impactan negativamente en la salud. La conclusión es que la pobreza mata.

6.

Es importante recordar que también en los países ricos podemos ver el impacto negativo de la pobreza. En nuestras sociedades hay desigualdad, hay personas que no tienen medios suficientes para mantenerse, hay personas que no pueden comprar las medicinas. Y por eso vemos también aquí una diferencia de 10 años de Esperanza de Vida al Nacer entre las personas más ricas y las más pobres, como nos muestran diferentes estudios, como el de Chetty R et al en EEUU, o el de Marikainen P et al en Finlandia.

La pobreza está ligada muchas veces a peor nutrición, a obesidad, abuso de alcohol y de tabaco, desempleo y falta de autoestima, estrés, depresión, exclusión social. Y todo ello incide en la enfermedad y la muerte prematura.

En países con mayor protección social, con mejores servicios públicos de sanidad, las diferencias en mortalidad evitable son menores. Por eso tenemos que seguir trabajando en la superación de las desigualdades, en la garantía de rentas suficientes, y en la consolidación de los servicios públicos de sanidad, educación y servicios sociales.

7.

Vamos a reflexionar ahora sobre un aspecto concreto. La falta de acceso a los medicamentos.

Según la OMS, 2.000 millones de personas, casi una de cada tres personas en el mundo, no puede acceder a los medicamentos que necesita. En los países pobres, 1 de cada dos personas no pueden hacerlo. ¿Por qué?

Hay dos causas principales, y las dos están relacionadas con las patentes, con el monopolio que conceden los Estados a las empresas farmacéuticas para comercializar sus productos.

-Una primera causa de falta de medicamentos es que los laboratorios no investigan en las enfermedades de los pobres. No les interesa.

-Una segunda causa es que los monopolios permiten a las empresas poner precios muy altos, que son inaccesibles para los pacientes y los servicios de salud.

El Panel de Expertos convocado por el Secretario General de Naciones Unidas emitió un informe en septiembre de 2016 donde analizaba diferentes causas de la falta de acceso a los medicamentos, y volvía a señalar a las patentes como la barrera principal.

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Las patentes de medicamento no se han aceptado siempre; son de aplicación relativamente reciente. En España se empezaron a conceder en 1992. En Alemania en 1967, en Francia en 1968, en Suiza en 1977 o en Italia en 1978. De hecho, en España, el Estatuto de la Propiedad Intelectual de 1929 establecía expresamente que “no podrán ser objeto de patente de invención las fórmulas farmacéuticas y medicamentosas” (art 48.2.) https://boe.vlex.es/vid/ley-propiedad-industrial-reglamento-182487#section_6

Las empresas presionaron fuertemente y lograron su generalización en el acuerdo de la Organización Mundial del Comercio sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (los ADPIC o TRIPS en sus siglas en inglés), en 1994.

El argumento era que favorecerían la innovación y aumentarían el acceso a los medicamentos. Ocurrió lo contrario. El acceso a los medicamentos disminuyó, aunque, eso sí, los beneficios empresariales se multiplicaron.

La patente concede un monopolio durante 20 años (además se han ido introduciendo otros mecanismos de monopolio, como la exclusividad de datos, o los certificados de protección suplementaria). De esta forma se prohíbe a otras empresas competir con la empresa originaria fabricando el mismo producto, pero más barato, y bajando los precios hasta que se acercan a los costes de fabricación. Al tener un monopolio, la empresa titular de la patente puede poner un “sobre-precio”, por encima del coste de fabricación, sin tener competencia. Se supone que ese sobre-precio, aplicado durante 20 años, le permitirá financiar el coste de la investigación, y así se estimulará la innovación.

El problema es que las empresas farmacéuticas y las empresas financieras que las controlan, disparan los precios muy por encima de los costes de investigación. Por ejemplo, en el caso del Sofosbuvir, para la Hepatitis C, con el sobre-precio que puso la empresa recuperó el coste de investigación ¡en el primer año de ventas! Pero la mayoría de los gobiernos, que son los que conceden las patentes y deben controlar que no se abuse de las mismas, no reaccionaron: siguen manteniendo la patente y siguen pagando el “sobre-precio”. En España, las CCAA siguen pagando 10.000 euros por cada tratamiento que cuesta 100 euros. ¿Acaso no calificaría Conrad este uso del poder del monopolio como un robo?

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Según la revista el Espectador, en diciembre de 2013, en un Foro de la Industria Farmacéutica celebrado en Londres, el Sr Dekkers, Consejero Delegado de Bayer, se sinceró:

«Nosotros no desarrollamos este medicamento para el mercado indio, lo hemos desarrollado para los pacientes occidentales que pueden pagarlos«.

https://www.elespectador.com/noticias/salud/no-creamos-medicamentos-indios-sino-quienes-pueden-paga-articulo-470652

Al parecer estaba enfadado porque el gobierno de la India quería impulsar la fabricación de medicamentos genéricos de algunos de sus medicamentos forzando la reducción de los precios para que pudieran ser accesibles a la población.

En declaraciones posteriores Dekkers matizó sus palabras y reiteró el discurso oficial diciendo que su objetivo principal era ofrecer medicamentos útiles a los pacientes. Pero la realidad es la que es.

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Y esa realidad es que 10 millones de personas mueren cada año en el mundo por no poder acceder al medicamento que necesitan. Y muchos millones más sufren dolor, discapacidad y rechazo social por no poder recibir tratamiento adecuado a sus dolencias.

Imaginemos que reunimos en una plaza a 27.000 personas, la mayoría de ellas niños. Y una vez allí, les matamos. Luego retiramos sus cadáveres en camiones y los llevamos a una fosa común. Es terrible. Dantesco.

Al día siguiente hacemos lo mismo. 27.000 personas, la mayoría niños, acribillados. Y así, cada día. Hoy, mañana, pasado mañana. Hasta que decidamos parar esta masacre.

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La profesión médica estuvo en contra de la introducción de las patentes para los medicamentos, porque suponía, con razón, que crearían una barrera para el acceso a los más pobres. La mayoría de médicos pensaba que el medicamento debía ser accesible a todos, como un bien público, y no un objeto de especulación.

En un Editorial del American Journal of Public Health, titulado “La ética y las patentes” y publicado en septiembre de 1926, se decía:

Una de las glorias de la profesión médica ha sido que sus descubrimientos para el bienestar del género humano y para el alivio del sufrir se han dado siempre libremente al público.

Los medicamentos patentados y exclusivos han sido y son una peste en las ventanas de la nariz de la profesión.

(El abuso de las patentes) proporciona a los fabricantes provechos injustificables, por no decir otra cosa peor.

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El abuso en la utilización de las patentes es evidente. Veamos estas cifras.

Las ventas totales de la industria farmacéutica en el mundo ascienden aproximadamente a un billón de euros anuales. https://www.ifpma.org/wp-content/uploads/2017/02/IFPMA-Facts-And-Figures-2017.pdf

Cuando compramos un medicamento, los pacientes y los servicios de salud pagamos el coste de fabricación de las medicinas. En un estudio de la UE sobre el sector farmacéutico se estimó que estos costes suponen un 21% del precio de venta que, en todo el mundo, rondaría los 210.000 millones de euros.

Supongamos que pagamos un 5% más por beneficio industrial, unos 10.500 millones. Un beneficio razonable. En total, las medicinas costarían 220.500 millones.

Además, por las leyes de patentes, los Estados conceden monopolios para pagar la investigación a través de un “sobre-precio”, una especie de “impuesto” indirecto cuya recaudación va directamente a la industria farmacéutica que es quien gestiona estos ingresos.

El problema, el escándalo, lo que puede calificarse de robo “legal”, es que las empresas ponen un sobre-precio tan alto que les permite recaudar 779.500 millones más para, supuestamente, pagar la investigación. Pero solamente gastan en investigación, como mucho, un 16%, 160.000 millones de euros. El resto, más del 60%, es decir, más de 600.000 millones de euros, son beneficios injustificados que destinan a potentes campañas de marketing, compra de empresas, recompra de acciones, retribuciones de bancos y bufetes de abogados, salarios y bonos de sus altos ejecutivos, ganancias para los accionistas, etc. etc.

Quizá alguno estará tentado de usar las palabras de Conrad en Lord Jim, y afirmar que este abuso del monopolio de los medicamentos, “esta idea de comerciar es indistinguible de las formas más comunes de robo”.

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Seamos claros, estos altos precios no son para pagar la investigación.

Con motivo de la polémica suscitada por los precios de los nuevos medicamentos para la Hepatitis C, los senadores de EEUU Wyden y Grassley, dirigieron un informe demoledor, en el que concluían:

Se fija el precio no por lo que cuesta la fabricación o la investigación, sino por lo máximo que esté dispuesto a pagar y pueda pagar el comprador (paciente individual o seguro de salud, público o privado), el llamado “precio por valor”. ¿Cuánto vale una vida?: todo lo que tengo. Pues ese es el precio, todo lo que tienes. Si hubiera competencia otras empresas fabricarían el medicamento a precio de coste, muchísimo más barato. Pero, a pesar de este abuso, los Gobiernos siguen concediendo el monopolio de las patentes, aunque ya no sea para pagar la investigación.

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Ese exceso, ese abuso en los precios, permite obtener enormes ganancias. Así, Victor Roy y Lawrence King, en un artículo publicado en el British Medical Journal en 2016, muestran cómo hace 50 años el sector farmacéutico tenía unas ganancias similares al sector de la energía o el sector financiero. Pero, a partir de la generalización del sistema de patentes en 1995, los beneficios (declarados) del sector farmacéutico se dispararon hasta un 20-25% de las ventas, frente al 5% del resto del sector industrial. En esos beneficios no se incluyen las remuneraciones de los altos ejecutivos, la recompra de acciones, la compra de empresas, etc., que “disminuyen” los beneficios declarados.

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Las patentes, los monopolios concedidos por los Estados, están permitiendo a las empresas farmacéuticas poner precios abusivos.

Por ejemplo, medicamentos para la Hepatitis C cuyo coste por tratamiento es 58€ se venden a 10.200€; medicamentos para el cáncer, como el Imatinib, con un coste de 161€, se venden a 28.400€; tratamientos para el SIDA, con un coste de 82€ se venden a 7.250; o vacunas para el neumococo, con un coste de 5€ se venden a 159€.

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Esta escalada de precios no ha parado.

En febrero de este año Paul Workman se preguntaba en la revista Cell cuánto tiempo podríamos aguantar tratamientos para el cáncer a 100.000$.

Pero en agosto de este mismo año, Novartis anunciaba la aprobación por la FDA de su nuevo medicamento contra el cáncer, Kymriah, y avanzaba un precio estimado de 475.000$ por tratamiento.

De nada vale argumentar que la mayor parte de la investigación que ha conducido a estos medicamentos se haya hecho en centros públicos o con presupuestos públicos. De nada vale demostrar que ese sobre-precio permite generar unos ingresos muy superiores al coste real invertido por esa empresa en investigación.

El precio se pone de acuerdo con lo que la empresa cree que podrá cobrar. Y lo puede hacer porque los Estados le protegen con la patente, les dan más “poder de negociación”.

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Además de la barrera del precio excesivo, que impide el acceso a los medicamentos, y que sangra más de medio billón de euros anuales a los pacientes y a los sistemas de salud en beneficios para la industria, el sistema de patentes para financiar la investigación tiene otros problemas importantes.

– No se invierte en investigar prevención, cuidados, promoción de la salud, cuidados de enfermería, atención primaria, que son intervenciones muy eficientes y menos caras.

– No se invierte en investigación para enfermedades de países pobres. La OMS lo ha venido denunciando desde hace tiempo. Según un estudio de todos los medicamentos aprobados entre 2000 y 2011, solamente se inviertió un 4% de los gastos de investigación en enfermedades de los países pobres. http://esmateria.com/2013/10/24/solo-el-4-de-los-nuevos-medicamentos-es-para-las-enfermedades-de-los-mas-pobres/

– No se invierte en medicamentos que no sean rentables, como los antibióticos. De tal manera que 25.000 personas mueren cada año en la UE por falta de antibióticos eficaces. http://ec.europa.eu/dgs/health_food-safety/amr/index_en.htm

– El 85% de los nuevos medicamentos no son innovadores, no aportan ventaja, son copias con pequeñas variaciones sobre el anterior, pero se venden como innovación con un precio mucho mayor (me-too, yo-también). La revista Prescrire hace una evaluación de los medicamentos que se comercializan cada año como innovaciones. En 2014 solamente 8 de 87 aportaban innovaciones interesantes. (Rev Prescrire 2015; 35(376): 132-136).

Este es un grave problema. Las Agencias como la FDA o la EMA autorizan nuevos medicamentos sin valor terapéutico añadido, y fomentan así un gasto innecesario en esta “supuesta innovación”.

– De las innovaciones reales en los últimos años el 75% está financiada directamente por sector público (Mariana Mazzucato)

http://touch.latimes.com/#section/-1/article/p2p-84832405/

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Además, el hecho de que financiemos la investigación de medicamentos con los “impuestos” de las patentes, a través de las empresas farmacéuticas, significa que éstas controlan la información, los resultados y los controles (ensayos clínicos), así como la publicación de los mismos. Esta forma de financiar la investigación supone

– Dudas sobre la imparcialidad y la utilidad de la investigación financiada por la industria (sesgos, comparadores inadecuados, etc.). El profesor John Ioannidis, en una revisión exhaustiva de artículos científicos, concluye que: la mayor parte de las investigaciones publicadas son falsas y no son de utilidad para los pacientes

– Repetición de estudios, más riesgo para más pacientes

– Retrasos por falta de la información de otros grupos de investigación, falta de transparencia

– Sesgos de publicación

-Un reciente informe de Stiglitz, Baker y Jayadev, de julio de 2017, (Innovation, intellectual property and development) incide en estos problemas derivados de financiar la investigación a través de las patentes.

http://cepr.net/images/stories/reports/baker-jayadev-stiglitz-innovation-ip-development-2017-07.pdf

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Otro efecto muy negativo del actual modelo es que, al ceder una enorme cantidad de dinero a la industria farmacéutica (más de medio billón de euros de beneficios), ésta puede destinar parte de esos recursos a perpetuar el sistema, influyendo sobre los médicos, sobre los políticos, sobre los organismos reguladores, sobre las asociaciones de pacientes, y sobre la opinión pública.

La Financiación de la formación, de las sociedades científicas, de los congresos, de las revistas médicas, se deja en manos de la industria con el dinero que sacan del impuesto de las patentes. Esto les permite el control “de la agenda y la práctica de la medicina”, como señala el Dr Richard Horton, editor del Lancet.

Pero, además, este control tiene un efecto perverso muy grave, la sobre-prescripción, el uso inadecuado de los medicamentos, que se estima en más de un 20% del total de prescripciones. Esta mala utilización se traduce en efectos adversos de los medicamentos que, según un estudio de la Unión Europea, causan 197.000 muertes/ año en los países miembros de la Unión.

 

20.

¿Por qué no reaccionamos?

Si el sistema de monopolios en medicamentos produce millones de muertes, y supone una sangría económica de más de medio billón de euros que van a beneficios injustificados de las grandes corporaciones, ¿por qué los gobiernos no reaccionan?

Porque la industria tiene mucha fuerza y presiona, y la mayoría de los gobiernos no se atreven a enfrentarse. Prefieren desarrollar estrategias con pequeñas mejoras, pequeños cambios. O abordan otros problemas del sector sanitario (atención primaria, organización de las urgencias, educación sanitaria, etc.), que también son importantes y donde no hay tanta confrontación.

Algunos gobiernos sí se han enfrentado, como el de Sudáfrica en la catástrofe del SIDA en 1997, aprobando una Ley para conceder licencias obligatorias y autorizar importaciones paralelas, pero las presiones de las grandes multinacionales de la industria son muy fuertes. Al parecer Al Gore, vicepresidente de los EEUU le dijo a Mandela que no toleraría esa legislación, y las empresas farmacéuticas iniciaron pleitos contra el gobierno de Sudáfrica. Por eso es preciso sumar la fuerza de varios gobiernos y del conjunto de la sociedad para tener fuerza suficiente para equilibrar la balanza. https://www.theguardian.com/uk/1999/dec/19/theobserver.uknews6

Esto es importante, los gobiernos tampoco reaccionan porque la sociedad no es consciente del problema que tiene y que se va a agravar, y no les presiona, no les exige un cambio radical de modelo. Pensamos que es cosa que afecta a los países pobres, no a nosotros. Y no exigimos a los gobiernos de nuestros países que cambien esta situación, que cambien el modelo de patentes.

Conviene recordar aquí las palabras de Martin Niemöller, pastor protestante que, al principio del nazismo apoyó ese movimiento pensando que defenderían a la Iglesia contra el comunismo; pero cuando fueron recortando libertades, y cuando le exigieron los datos de los feligreses que tenían antecedentes judíos, se dio cuenta de su error y luchó contra el nazismo hasta que lo encerraron en un campo de concentración. Entonces escribió:

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas guardé silencio, porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío.

Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar”.

21.

La barrera del precio y los sesgos de la investigación afectan más a los países más pobres, pero también afectan a los países de altos ingresos, como España. La causa del problema es la misma, el monopolio de las patentes. Y la solución la tenemos que construir entre todos.

La OMS advierte del aumento de los precios de los tratamientos oncológicos, que se han duplicado en 10 años. La Sociedad Europea de Oncología Médica, en su congreso de septiembre de este año, insistía en que 200.000 pacientes de 11 países europeos y de Canadá no pueden acceder a tratamientos oncológicos innovadores, por los altos precios, que hacen que se retrase la financiación pública o que no se financien. Estos aumentos de precios no se limitan al cáncer, también en enfermedades reumáticas, cardiología, neurología, digestivo, enfermedades poco frecuentes, SIDA o Hepatitis C. La escalada es brutal. Y, como no la paramos, las empresas siguen empujando.

22.

Veamos el ejemplo de la Hepatitis C.

Los tratamientos con antivirales de acción directa deberían tener un precio de unos 461€ por paciente para cubrir los costes de fabricación de los medicamentos, los costes de investigación, y un beneficio prudente.

En cambio, entre 2014 y 2016 hemos pagado en España un precio de 26.088€ por paciente tratado (con uno o varios medicamentos combinados).

Deberíamos haber gastado en total 31 millones de euros, con un precio justo, para tratar a 68.000 pacientes, y hemos gastado 1.774 millones de euros por culpa de los precios abusivos.

23.

Ese dinero que se ha gastado injustamente no nos sobra; se ha detraído de otras necesidades importantes, como mejorar los programas de prevención, o aumentar el personal sanitario allí donde sea necesario, o reducir el tiempo de espera. Por ejemplo, con ese dinero se podría haber contratado a 30.000 enfermeras.

El gasto innecesario por los precios excesivos de los medicamentos supone en España alrededor de 8.000 millones de euros anuales. Una cantidad muy necesaria para consolidar y fortalecer el Sistema Nacional de Salud.

24.

El problema es grave y nos afecta a todos. Entre 2013 y 2016 el gasto farmacéutico con financiación pública ha aumentado un 11,74%.

25.

Pero, además, los pacientes han tenido que gastarse de su bolsillo una cantidad muy importante, debido al aumento de los copagos (sobretodo a los pensionistas) y a que se ha quitado la financiación a más de 400 medicamentos. Así, entre 2009 y 2014 el gasto en copagos ha crecido un 53,21%, que supone 2.274 millones de euros que antes pagábamos entre todos y ahora pagan los pacientes. Es una marcha atrás importante. Una de las características de nuestro sistema sanitario público es la solidaridad, que quiere decir que el gasto sanitario lo pagamos entre todos, a través de los impuestos y así la atención sanitaria es libre de pago en el momento del uso. Retroceder aquí supone una quiebra de los valores que sustentan el SNS.

26.

Y tiene además consecuencias muy negativas para los más pobres, para las personas con menos recursos. Alrededor de 2 millones de personas en España no pudieron pagar las medicinas que les habían recetado en la sanidad pública, según el Barómetro Sanitario.

Cruz Roja o Cáritas atienden cada día a personas que no pueden pagar los medicamentos. Mercè Darnell, de Cáritas de Barcelona, denuncia que “hay gente que atendemos que no toma la medicación porque no puede pagarla”.

http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20161024/enfermos-de-pobreza-5584533

Un portavoz de la ONG Banco Farmacéutico explicaba: “la gente tiene que elegir entre pagarse las medicinas o alimentarse”.

http://cadenaser.com/ser/2017/03/03/sociedad/1488550288_242351.html

Insisto, estamos hablando de España hoy, no de la República Centro Africana o de Sierra Leona, o de la España de 1900.

27.

Es verdad que el porcentaje de personas afectadas en España por la falta de acceso a los medicamentos no es muy alto, un 4,4%. Y afecta más a los más pobres: 6 veces más que a los más ricos. Quizá no me afecta todavía a mí. Y por eso no quiero darme cuenta. Pero son miles de personas, y sabemos que se podría evitar con precios justos de los medicamentos.

Además, sí que nos afecta ya a todos por que sangra recursos del sistema que mejorarían la calidad del servicio. Esa sangría pone en riesgo la continuidad de la sanidad pública. Si sigue esta tendencia, no podremos mantener la sanidad y solamente podrán pagarse las medicinas los más ricos.

28.

Cambiar el modelo de patentes no es fácil. Hay muchos intereses, mucho dinero en juego. Enormes beneficios para los altos ejecutivos de las grandes corporaciones.

Los ciudadanos pagamos la sanidad a través de los impuestos y, en algunos casos, pagamos también parte o todo el precio de algunos medicamentos. Los servicios públicos de salud pagan el grueso de la factura farmacéutica a las compañías fabricantes. Estas compañías exigen precios muy altos con el poder de negociación que les dan las patentes.

Los Directores Ejecutivos (CEOs, chief executive officers) tratan de obtener los precios más altos y las ganancias más altas para sus empresas, porque en ello les van sus incentivos y sus remuneraciones, que son altísimas.

Pero, a su vez, las Compañías farmacéuticas tienen cada vez más presencia de Fondos de Inversión en su accionariado, que son determinantes en las decisiones del sector farmacéutico. El objetivo de estos Fondos es ganar más dinero. Y sus ejecutivos tienen a su vez sueldos todavía mayores. El medicamento se ha convertido así en un “producto financiero” con cuyos precios se especula en la bolsa sin tener en cuenta su impacto en los servicios de salud. La lógica, los principios de los mercados financieros y la lógica, los principios de los sistemas de salud son muy distintas.

29.

Los directivos de las compañías farmacéuticas pueden tener remuneraciones anuales de 10 o 100 millones de euros. Pero los directivos de los fondos de inversión pueden moverse entre los 100 y los 1000 millones.

Son incentivos muy potentes que presionan con fuerza para seguir subiendo los precios de los medicamentos. Estas personas ya empiezan a especular con un nuevo medicamento incluso antes de que se apruebe. Consiguen ganancias en la bolsa. Y logran sumar incentivos a su remuneración. El sistema actual, blindado por las patentes que conceden los Estados, es muy beneficioso para los ejecutivos de estas compañías y muy perjudicial para los pacientes y el conjunto de la sociedad. Es la ley del más fuerte. La ley de la selva.

30.

El señor Ray Dalio, fundador y director de la empresa gestora de fondos de inversión Bridgewater Associates, una de las más fuertes del mundo, escribe en sus Principios lo siguiente: “Por ejemplo, cuando una manada de hienas abate un joven antílope ¿es bueno o malo? A primera vista esto parece terrible; el pobre antílope sufre y muere. Algunas personas pueden incluso pensar que las hienas son malvadas. Sin embargo, este tipo de comportamiento aparentemente malvado existe en la naturaleza… Y cuando pienso en las consecuencias, resulta obvio que este comportamiento es bueno tanto para las hienas, que actúan en su propio interés, como para el conjunto del sistema, incluyendo al antílope, porque matar y comer al antílope estimula la evolución, el proceso natural de mejora”.

En efecto, este comportamiento se observa en la naturaleza, es la ley de la selva. El sálvese quien pueda. Pero hay también otro punto de vista que sostiene que la humanidad ha progresado porque ha superado la ley de la selva, porque ha desarrollado otros Principios, como la solidaridad, la justicia, la equidad, la confianza en los otros, la dignidad y la libertad de todas las personas. En vez de resignarnos a la ley de la selva, a la guerra sin cuartel, en la que el enfermo, el pobre, la persona con discapacidad, se “descartan”, como diría el Papa Francisco, en lugar de resignarnos a que el poder y los derechos se concentren en unos pocos, la humanidad ha intentado progresar sin matarse, cooperando, discutiendo, acordando, compartiendo.

¿Por qué nos preocupamos por la pobreza, por las personas que no tienen una oportunidad, por los que, sin ayuda, no pueden acceder a los medicamentos que necesitan? Porque a muchos no nos parece más importante llegar primero, o llegar más alto, o ganar 4 millones de dólares ¡al día! (1.400 millones $ al año), como dicen que gana el señor Ray Dalio, sino que nos parece más importante que nadie se quede atrás en la cuneta, que todas las familias puedan tener unos ingresos suficientes para vivir dignamente, que nadie quede sin ayuda si sufre la enfermedad y la pobreza, y que todas y todos podamos vivir una vida en paz desde la cuna hasta la vejez. Simplemente porque somos hermanos de raíz y porque este comportamiento nos hace más felices y es más beneficioso para el conjunto de la humanidad. Es más propicio a la paz, la justicia y la libertad para todos. Esta es la evolución que queremos.

31.

Richard Elliot, experto asesor de Naciones unidas sobre acceso a los medicamentos, afirma que, en esta pugna, los derechos humanos fundamentales, como el derecho a la salud, deben primar sobre los derechos de la propiedad intelectual, que son instrumentales. Pero no es así. Se viola una y otra vez el derecho humano a la atención sanitaria y a los medicamentos precisamente por el abuso de las patentes en la fijación de altísimos precios.

32.

El abuso de las patentes desequilibra la relación de fuerzas entre el Gobierno y las compañías farmacéuticas que con su monopolio pueden exigir precios altos sin tener competencia. Pero la paradoja es que las patentes las conceden los propios Gobiernos (es decir, las Oficinas de Patentes, sometidas a leyes de patentes aprobadas por Parlamentos a propuesta de los Gobiernos).

Los Gobiernos dan a las empresas farmacéuticas enormes recursos (a través de los sobre-precios protegidos por las patentes) para que puedan hacer lobby y presionar a los propios funcionarios, a las entidades reguladoras, a los parlamentarios, … para que las cosas sigan igual. Tenemos que corregir este desequilibrio que causa tanto daño.

33.

Si recapitulamos lo dicho hasta ahora veremos que el actual modelo de fijación de precios protegido por los monopolios que conceden las patentes sirve muy bien a los intereses del sector farmacéutico, ya que les da un beneficio “extraordinario”, por encima del beneficio industrial normal, de más de medio billón de euros.

Pero este modelo crea importantes problemas al conjunto de la sociedad.

Por un lado, crea una barrera de acceso a los medicamentos que hace que 10 millones de personas mueran cada año por no tener el medicamento que necesitan.

Por otro lado, obliga a gastar en ganancias excesivas para la industria farmacéutica más de medio billón de euros al año, que teóricamente se dan para investigación, pero que van a beneficios, gastos de marketing, recompra de acciones, etc. Ese dinero debería ir a necesidades sociales, a generar empleo productivo, a luchar contra la pobreza.

Además, el modelo estimula la prescripción inadecuada, aumentando los efectos adversos de los medicamentos.

Y finalmente crea un riesgo importante para la viabilidad de los sistemas públicos de salud.

34.

Hacer accesible el medicamento para todas las personas que lo necesiten, en todo el mundo, es un reto posible para el Siglo XXI.

La pregunta es si creemos que el medicamento debe ser un derecho humano o un objeto de negocio. Mi respuesta es que es un Derecho Humano.

Yo pienso que todo ser humano tiene derecho a la vida, a una vida digna. Y por eso creo que el acceso a los medicamentos es un derecho humano. Y por eso mismo defiendo que el medicamento debe ser un bien público y no un objeto de enriquecimiento abusivo.

Para que eso sea posible, debemos cambiar el modelo de financiación de la investigación de los medicamentos, para que, en lugar de hacer esa financiación a través de los monopolios protegidos por las patentes, la I+D hasta la creación del medicamento sea financiada directamente por el sector público con ese dinero y realizada por instituciones académicas sin ánimo de lucro (patente social, no exclusividad, sin patente…).

Cuando Jonas Salk descubrió la vacuna contra la poliomielitis le preguntaron de quién era la patente. Él contestó: «De la gente. ¿Acaso se puede patentar el sol?»

35.

Hasta ahora, la mayor parte de las estrategias desarrolladas para mejorar el acceso a los medicamentos se han elaborado en el marco teórico definido por la industria farmacéutica: las personas en los países desarrollados tienen acceso a los medicamentos; aquí no hay problema; el modelo de patentes funciona porque facilita la innovación; lo que hay que hacer es buscar maneras de mejorar el acceso a los medicamentos para las personas en los países pobres.

Así, cuando se plantea este debate en la OMS, los gobiernos de algunos países desarrollados con fuerte influencia de la industria farmacéutica, como EEUU, Alemania, o Reino Unido, han bloqueado cualquier intento de provocar un cambio de modelo global. Y plantean siempre “soluciones” parciales para los países pobres:

Fondos de ayuda para los países pobres, como el Fondo Mundial para el SIDA, la tuberculosis y la malaria.https://www.theglobalfund.org/es/overview/

O iniciativas como la Asociación entre Europa y Países en Desarrollo para desarrollar Ensayos Clínicos. https://ec.europa.eu/research/health/index.cfm?pg=policy&policyname=edctp

O aplicar “precios diferenciales”, es decir, precios más bajos que pueden ofrecer las compañías a los países pobres, manteniendo sus precios injustificados en los demás países.

O conceder “licencias voluntarias”, con las que las compañías permiten que la industria local pueda fabricar genéricos, con precios más bajos que la marca, pero sin abrir la competencia a otras empresas o a otros países.

Estas estrategias y otras estrategias similares pueden lograr algunos avances en el acceso, como en el caso del SIDA. Pero siguen siendo insuficientes. Por ejemplo, según la OMS, se trata ya con medicamentos adecuados a 19.500.000 de personas con SIDA en el mundo, y esto es muy bueno, pero siguen sin tratamiento otras 17.200.000 personas, la mayoría niños y adolescentes, personas pobres de países pobres, y esto es inaceptable, ya que con el dinero que se gasta hoy en medicinas para el SIDA globalmente se podrían pagar tratamientos para todos y sobraría.

Estos abordajes parciales, para los “países en desarrollo”, tienen el problema de que refuerzan el modelo de patentes, los monopolios. Suelen ser iniciativas muy controladas por la propia industria farmacéutica. Son propuestas de dádiva voluntaria, de “limosna”, no de garantía de un derecho, no de justicia.

El tema de la Hepatitis C ha mostrado que el problema de acceso nos afecta a todos. También en los países de altos ingresos. Según los últimos datos de la OMS mueren 399.000 personas al año por esta enfermedad, cuando hay tratamientos eficaces que, si se ofrecieran a precio de coste, a un precio justo, evitarían esas muertes y ese sufrimiento. Hay miles de personas sin tratamiento en países en desarrollo, pero también en países europeos. Lo mismo ocurre con tratamientos para el cáncer y otros procesos.

En los países europeos las empresas farmacéuticas, en vez de ofrecer precios justos, ofrecen que les paguen a plazos, hacen descuentos, inventan formas de pago “por valor”, riesgo compartido, pago por volumen, y otra serie de mecanismos para seguir manteniendo precios exagerados, injustos. Y todo ello mediante acuerdos “secretos” con cada país, aplicando la vieja máxima de divide y vencerás.

El problema del acceso a los medicamentos es global y debemos resolverlo globalmente. El modelo de patentes y monopolios es un lastre, porque su abuso es una barrera para el acceso, al permitir precios elevadísimos y condicionar la investigación a los intereses comerciales.

36.

Es preciso cambiar el modelo.

Se puede ir avanzando en tres líneas simultáneamente.

1ª.Por una parte, mejorar la negociación de los precios, exigiendo precios justos, que remuneren los costes de fabricación y los costes de investigación realizados por la empresa debidamente auditados.

2ª.Si la empresa no acepta esos precios justos, el gobierno debería aplicar la licencia obligatoria, autorizando a otras empresas la fabricación de genéricos, a coste de fabricación, y pagando un canon a la empresa originaria por los gastos incurridos realmente en investigación. La posibilidad de conceder este permiso de fabricación a otras empresas, o de realizar importaciones de medicamentos genéricos de otros países en los que no hay patente, está recogida en los acuerdos ADPIC. Se puede tomar esta decisión por los gobiernos en caso de un problema severo de salud pública, o de claro abuso de la utilización de patente, según las legislaciones nacionales. Lo que ocurre es que los países utilizan muy pocas veces las licencias obligatorias o las importaciones por la fuerte presión diplomática y comercial de la industria farmacéutica.

También es posible denunciar estos precios exagerados y estas ganancias exageradas a las autoridades de la competencia, que deben velar para que no haya abuso del poder del mercado. El hecho de que, por primera vez, la Comisión Europea haya iniciado un expediente sobre posible abuso del poder de mercado en el caso de los laboratorios Aspen, es un paso importante. La Comisaria, Margrethe  Vestager afirmó que iban a “evaluar si Aspen ha roto las reglas de la competencia de la UE cargando precios excesivos por algunos medicamentos”.http://europa.eu/rapid/press-release_IP-17-1323_en.htm. En esta acción ha sido muy importante la denuncia de la Asociación de Consumidores de Italia.

3ª.Al mismo tiempo, debemos iniciar y potenciar estrategias para financiar la investigación directamente, sin pasar por la industria farmacéutica, es decir, sin patente. Los Estados crearían fondos nacionales, europeos, o mundiales, con descuentos aplicados a las ganancias obtenidas sobre el precio actual de los medicamentos protegidos por patente. Esos fondos financiarían directamente la investigación, en Centros de investigación públicos o privados sin ánimo de lucro, a través de subvenciones, becas, proyectos y premios. Las prioridades de investigación serían según las necesidades de salud. La investigación sería abierta. Y los resultados de la investigación tendrían “patente pública”. Los medicamentos tendrían precios según el coste de fabricación (como los genéricos).

A medio plazo, 15-30 años, se debería llegar a una Convención Internacional sobre Acceso a los Medicamentos, que prohibiera la aplicación de patentes para los medicamentos y creara un Fondo Mundial para financiar la I+D en salud y para garantizar precios justos y accesibles en todo el mundo.

37.

Para que se produzcan estos cambios es muy importante que los profesionales sanitarios estén de acuerdo y respalden estas medidas y estas políticas. Ahora su información llega principalmente de la industria farmacéutica. Es la industria la que les presenta los análisis, los argumentos, en conferencias y publicaciones y a través de su red de informadores: les hablan del coste de la investigación, del valor del medicamento, etc., ocultando la información relevante sobre los costes, las ganancias abusivas, y las consecuencias terribles de las muertes por falta de acceso. Hay una especie de “secuestro intelectual”. Por eso es clave:

  • Informarse acerca de los costes, precios, patentes, falta de acceso, in-sostenibilidad del modelo
  • Ser conscientes de la influencia del marketing (congresos, representantes, donaciones, conferencias remuneradas…) en nuestras decisiones (prescripción) y nuestras opiniones (“la investigación justifica el precio”; “precio por valor”)
  • Intentar reducir esa presión (como defiende la iniciativa “no gracias”)

Tratar de que las Sociedades Científicas, Revistas Científicas, Cátedras, Servicios, Guías Clínicas… prescindan de forma progresiva de la financiación desde la industria. Promover la autorregulación, códigos de conducta estrictos.

  • Analizar modelo actual de financiación de I+D y sus “efectos adversos”. Participar en el desarrollo de modelos alternativos de I+D, liberando recursos del sistema para financiar formación.

38.

Es necesario abrir y profundizar un debate sobre el acceso justo a los medicamentos. Para que ninguna persona se quede sin el medicamento que necesita. En ningún lugar del mundo. No es una utopía. Es un reto alcanzable en el Siglo XXI. Tenemos los recursos, ya que con el modelo de monopolio estamos gastando muchísimo más de lo necesario a través del “impuesto” del sobreprecio que permiten las patentes. Tenemos el conocimiento. Falta la voluntad política y la movilización social.

La OMS, la Unión Europea, Naciones Unidas, varios gobiernos de países en desarrollo, como la India, Brasil, Sud África, Colombia, Malasia, y otros, han planteado este debate con alternativas concretas.

En los últimos dos años se han planteado dos iniciativas de países europeos para coordinar políticas en relación con los precios: Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Austria, y otro grupo de países con la Declaración de La Valeta, con Malta, España, Italia, Portugal, y otros. http://www.elglobal.net/politica-sanitaria/nueve-paises-europeos-firman-un-acuerdo-para-el-acceso-a-farmacos-LY890159

El Informe del Panel de Expertos de Naciones Unidas, de septiembre de 2016, mostró propuestas muy claras.http://www.unsgaccessmeds.org/final-report/

También es de destacar la labor de Organizaciones No Gubernamentales, como Médicos Sin Fronteras, Médicos del Mundo, Farmacéuticos Sin Fronteras, No es sano, las Universidades Aliadas por los medicamentos esenciales, la Alianza Europea por una investigación responsable y medicinas asequibles, Cruz Roja, Cáritas, etc., etc.

39.

En esa misma línea van las modestas recomendaciones del libro que escribimos con Ramón Gálvez, Javier Sánchez Caro, Pedro Pita y Francesc Puigventós, “Medicamentos: ¿derecho humano o negocio?”. En este libro se detallan muchos datos recogidos en esta conferencia, y se aporta una bibliografía exhaustiva.

Sin duda todos estos debates son importantes. Pero no deberíamos demorarnos mucho en aplicar las soluciones. No olvidemos que cada día mueren 27.000 personas, ¡cada día!, por falta de acceso a los medicamentos que necesitan. Las Consejerías de Salud, los Gobiernos Nacionales, los organismos internacionales, tienen una enorme responsabilidad es estas muertes evitables, y deben actuar pronto para terminar este abuso, trabajando para superar el actual modelo de patentes de medicamento.

El cambio es posible. No podemos mirar para otro lado. Millones de personas en todo el mundo y en España necesitan nuestra voz y nuestro compromiso para hacer que el derecho humano al medicamento sea una realidad. Está en nuestra mano.

40.

Señoras y señores. El derecho a los medicamentos necesarios es un derecho humano. Un derecho de todas las personas que pueblan el planeta. Garantizar este derecho es un reto que podemos alcanzar en este Siglo XXI. En 15 ó 30 años. Hemos de ir avanzando en esa dirección, cada uno aportando nuestras ideas y nuestras iniciativas.

Nuestra fuerza nace de una convicción: la radical igualdad de todos los seres humanos.

La convicción que animaba a Pablo Neruda cuando escribió su vibrante poema El Barco:

“Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo

¿por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?

Queremos mirar las nubes,

queremos tomar el sol y oler la sal.

Francamente, no se trata de molestar a nadie.

Es tan sencillo: somos pasajeros

Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros.

Pasa el mar, se despide la rosa,

pasa la tierra por la sombra y por la luz

y ustedes, y nosotros, pasamos, pasajeros.

Entonces ¿qué les pasa?

¿por qué andan tan furiosos?

¿a quién andan buscando con revólver?

Nosotros no sabíamos

que todo lo tenían ocupado.

Las copas, los asientos,

las camas, los espejos,

el mar, el vino, el cielo.

Ahora resulta

que no tenemos mesa.

No puede ser, pensamos,

no pueden convencernos.

Estaba oscuro cuando llegamos al barco.

Estábamos desnudos.

Todos veníamos de mujer y de hombre.

Todos tuvimos hambre y pronto dientes.

A todos nos crecieron las manos y los ojos

para trabajar y desear lo que existe.

Y ahora nos salen con que no podemos,

que no hay sitio en el barco.

No quieren saludarnos,

no quieren jugar con nosotros.

¿Por qué tantas ventajas para ustedes?

¿Quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?

Aquí no están contentos,

Así no andan las cosas.

No me gusta en el viaje

hallar, en los rincones, la tristeza,

los ojos sin amor, o la boca con hambre.

No hay ropa para este creciente otoño

y menos, menos para el próximo invierno.

Y sin zapatos ¿cómo vamos a dar la vuelta

al mundo, a tanta piedra en los caminos?

Sin mesa ¿dónde vamos a comer,

dónde nos sentaremos si no tenemos silla?

Si es una broma triste, decídanse, señores,

a terminarla pronto,

a hablar en serio ahora.

Después el mar es duro.

Y llueve sangre”.

41.

ENLACES

OMS: Un tercio de la población mundial no tiene acceso a los medicamentos

http://www.who.int/publications/10-year-review/medicines/en/

http://www.rtve.es/noticias/20170512/tercio-poblacion-mundial-no-tiene-acceso-medicamentos-basicos/1545647.shtml

http://www.who.int/management/background_4a.pdf

http://apps.who.int/medicinedocs/en/d/Js22176en/

¿Medicamentos para los pobres, medicamentos para los ricos? El sistema está roto

M Balasegaram, BMJ 2014.

http://www.saludyfarmacos.org/lang/es/boletin-farmacos/boletines/may2014/p2014287/

Enfermos de Pobreza. El Periódico, octubre 2016.

http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20161024/enfermos-de-pobreza-5584533

Farmamundi. Acceso a medicamentos esenciales

http://esencialesparalavida.org/presentacion/datos/

Ganancias de los Gestores de Fondos de Inversión, Forbes 2017.

https://www.forbes.com/sites/nathanvardi/2017/03/14/hedge-fund-managers/#14ac5e46e799

Otros enlaces de interés sobre acceso a los medicamentos:

. Farmamundi http://www.farmaceuticosmundi.org/farmamundi/descargas/pdf/CAMPA%D1AS-ACTIVIDADES/DOSSIER%20%20MUERTES%20EVITABLES.pdf

 

FUENTE: http://fernandolamata.blogspot.com.ar/2017/11/el-acceso-los-medicamentos-y-la-pobreza.html?spref=tw

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