Tener tu médico: de derecho a privilegio, por Antonio Cabrera (ESPAÑA)

Continuamente se publican estudios científicos (aquí) que demuestran que ser atendido por el mismo médico de familia de manera continuada en el tiempo reduce drásticamente tanto tu mortalidad como la posibilidad de que acabes hospitalizado. Hace un año, en medio de la pandemia, me preguntaron que por qué no dejaba de pasar consulta en mi centro de salud cuando todo estaba en contra (aquí). Enumeré muchísimas razones que me impulsaban a continuar, pero la situación en los centros de salud no ha hecho más que empeorar.

No hay día en que no reciba la noticia de que algún conocido médico ha decidido abandonar, ha decidido dejar de pasar consulta, ha decidido dejar de ser la médica de familia de personas a las que llevaba atendiendo durante años. Desde médicos que han decidido adelantar su jubilación (aquí) hasta muchos que no han querido dedicar ni un día más una vez llegada la posibilidad del retiro, cuando antes de la pandemia pensaban continuar, puesto que como médicos podían seguir hasta cinco años más. Desde médicas con más de veinte años de ejercicio que han colgado el fonendo para ser profesoras universitarias (aquí) hasta compañeras que dejarán de tratar insuficiencias cardíacas y diabetes en las consultas y domicilios de sus pacientes para dedicarse a la medicina estética en clínicas donde no acaben llorando al finalizar su jornada diaria (aquí) por sentir que no han podido hacer bien el trabajo para el que estudiaron y que tanto les gustaba.

¿Y qué decir de los médicos de familia que han terminado recientemente la especialidad? Desde quienes deciden probar suerte en Suecia, Canadá o Francia donde las condiciones son infinitamente mejores (aquí), hasta aquellos compañeros que tras años de sinsabores continuos tras acabar la especialidad deciden presentarse de nuevo al MIR para hacer otra especialidad con menos responsabilidad y más reconocimiento.

Semana tras semana, desde marzo de 2020, los médicos de familia nos encontramos alternando días de consulta con 70 o más pacientes a los que atender (entre consultas presenciales, telefónicas y online) (aquí) con turnos en la zona COVID del centro de salud atendiendo a pacientes con posibles síntomas de COVID y con visitas a los domicilios de nuestros pacientes que no pueden salir de sus casas. Continuamos formando a estudiantes y MIR en prácticas en nuestros centros de salud, realizando ecografías, haciendo infiltraciones… Continuamos formándonos realizando cursos para mantenernos actualizados, estudiando y reuniéndonos semanalmente en sesiones clínicas.

Cuando estos compañeros sienten que lo están dando todo desde hace tanto tiempo y escuchan que “los centros de salud están cerrados” o que “los médicos no quieren ver a los pacientes” o cuando un paciente les dice que “ya es hora de que trabaje, tiene la sala de espera vacía” (aquí) es cuando acaban de romperse. Cuando escuchan que los políticos vociferan que “no encuentran médicos, que faltan miles de médicos” (aquí) mientras reducen anualmente el presupuesto en recursos humanos de los centros de salud, cuando ven que los gestores sanitarios normalizan que, de media, tres médicos tengan que hacer el trabajo de 4 en los centro de salud (aquí), llegando a estar centros de salud durante muchos meses con el 40% de su plantilla médica (aquí), muchos compañeros piensan en cuándo y cómo abandonar.

Los 15 días que tienes que esperar para que te atienda tu médica de familia, los escasos 4 minutos que te puede dedicar tu médico para escuchar todas las preocupaciones que tienes con tu salud… tienen explicación y tienen responsables. Poder disminuir tu mortalidad un 25% o reducir hasta un 28% la posibilidad de que acabes hospitalizado por poder ser atendido de manera continuada por tu médico de familia está dejando de ser un derecho y en un tiempo no muy lejano, si todo continúa igual, será un privilegio al alcance de los que se lo puedan permitir.

Autor: Antonio Cabrera Majada. Especialista en medicina de familia y comunitaria del Centro de Salud Daroca (Madrid) 

Versión publicada en el número 116 

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