La renta básica y la pandemia de la COVID-19: algunas reflexiones

Guy Standing

23/12/2021

Guy Standing, Julen Bollain y Daniel Raventós (20 de diciembre de 2021)

A finales de noviembre del año que está acabando se publicó el libro de Julen Bollain Renta Básica: una herramienta de futuro (Editorial Milenio, 2021). El prólogo lo escribió Daniel Raventós. El epílogo, que ahora reproducimos, fue escrito por Guy Standing. SP

Este libro se ha escrito en un momento oportuno. El mundo recibió una sacudida sísmica en 2020 con una pandemia vírica que fue la peor desde la conocida como gripe española de hace casi exactamente cien años. La gripe española mató a unos cincuenta millones de personas, mucho más que la COVID-19. Pero, irónicamente, el desplome económico asociado a la COVID-19 puede ser peor y persistir durante más tiempo. 1

La razón principal es que el sistema económico en 2020 era excesivamente frágil. El indicador más revelador de ello son los niveles increíblemente altos de deuda privada a nivel global, acompañados de niveles de deuda corporativa sin precedentes. Una crisis económica estaba a punto de producirse.

Vivimos en la era de lo que he llamado capitalismo rentista, donde cada vez más ingresos y riqueza fluyen hacia aquellas personas que poseen propiedades —físicas, financieras e intelectuales—. La distribución funcional de la renta ha empeorado mucho en las últimas tres (o más) décadas y es muy probable que haya empeorado aún más a raíz de la COVID-19 y las reacciones de los gobiernos al hundimiento ocasionado por la pandemia.

El mensaje debe ser claro. El sistema de distribución de la renta del siglo xx se ha roto y no volverá. Los salarios medios reales en Europa se han estancado desde la década de los ochenta y para muchas de las personas que forman parte del creciente precariado se han vuelto cada vez más volátiles e insuficientes.

Este es el contexto económico. Una renta básica pagada a todos los ciudadanos residentes en España se ha convertido en un imperativo económico si los gobiernos afirman seriamente que desean reducir la pobreza, la desigualdad y la inseguridad económica. Como he argumentado en mis libros sobre la renta básica, es asequible. Pero hay un argumento adicional que se ha puesto de manifiesto durante el transcurso de la pandemia de la COVID-19 y la depresión económica asociada a ella.

Deberíamos haber aprendido que la resiliencia de la sociedad depende de la resiliencia de los grupos más vulnerables de la sociedad. Y todos somos vulnerables. A menos que todos tengamos una seguridad básica, ninguno de nosotros puede esperar ser inmune a las crisis y a las enfermedades sociales. Pero lo que está claro es que nuestros sistemas nacionales de protección social están, lamentablemente, mal adaptados para una época de pandemias. Una renta básica sería un ancla para un sistema multinivel.

El mayor reto es político. Tenemos que movilizar apoyo político y presionar a los políticos para que actúen. La mayoría de los políticos tienen lo que yo llamo alma de espagueti. Es decir, no tienen mucho valor intelectual. Pero sí entienden la presión. La cuestión es si la gente de a pie —tú y yo— queremos un cambio.

Los defensores de la renta básica llevan mucho tiempo argumentando que esta es mucho más que una simple medida de alivio de la pobreza. Es una cuestión de justicia común que aumentaría la libertad y proporcionaría una seguridad básica para todas las personas. En diciembre de 2020, una encuesta realizada en seis grandes países europeos demostró que la mayoría de la gente entiende el potencial de la renta básica para mejorar sus vidas. La gran mayoría de la ciudadanía en Francia, Alemania, Italia, Polonia, Portugal y España están a favor de proyectos piloto de renta básica y de la renta básica como política permanente. Y, además, la encuesta también reveló las ventajas que la gente cree que la renta básica les aportaría.

La encuesta, realizada de forma independiente por You-Gov, reveló que dos tercios o más de los encuestados en los seis países estaban a favor de los proyectos piloto y de una renta básica implantada a nivel nacional. Excluyendo las pocas personas que respondieron “NS/NC”, el apoyo oscila entre el 65 % de Francia y el 87 % de Portugal. Las mujeres son generalmente más favorables a la propuesta, sobre todo en Alemania, Francia, Italia y España.

La encuesta proporciona un apoyo convincente a los argumentos a favor de la renta básica. Un alto porcentaje de las personas encuestadas afirmó que la renta básica reduciría la ansiedad: más de la mitad en Polonia y Portugal y más del 40 % en general, especialmente entre las mujeres y las personas jóvenes. Está demostrado que la ansiedad crónica aumenta el riesgo de padecer enfermedades mentales y físicas. Una renta básica ofrece la posibilidad de reducir los problemas de salud y la demanda de servicios sanitarios. Casi podría pagarse por sí misma.

Los encuestados también creen que la renta básica abriría una ventana de oportunidades para vivir y trabajar mejor. Un alto porcentaje de jóvenes y mujeres afirman que la renta básica les dotaría de una mayor independencia económica —el 50 % de los jóvenes italianos y el 41 % de los jóvenes alemanes, por ejemplo—. Esto reduciría la sensación de precariedad, el sentimiento de ser una persona suplicante que depende de la ayuda discrecional de otros, el aspecto clave de estar en el precariado.

Muchas de las personas jóvenes afirmaron que una renta básica les permitiría seguir estudiando o formándose —el 49 % en Portugal, el 53 % en España y el 27 % en Alemania—. Esto refleja la actual incapacidad del precariado para desarrollar sus capacidades de la manera que elijan, ya que deben aceptar cualquier empleo que puedan conseguir y dedicarle tantas horas de trabajo como les sea posible. La seguridad básica favorece el desarrollo de las capacidades y una sociedad más educada.

Una renta básica también mejoraría la calidad de vida. Las personas jóvenes, en particular, afirman que les permitiría participar en actividades de ocio que ahora no pueden permitirse —alrededor de un tercio en Portugal y España, por ejemplo—.

Y una renta básica fomentaría el trabajo más allá de los “empleos”. Tanto los hombres como las mujeres, en todos los grupos de edad, dijeron que una renta básica les permitiría dedicar más tiempo a su familia. Este era el caso de una de cada cinco personas en Alemania y de más de una cuarta parte de los hombres y las mujeres de Polonia. La pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto hasta qué punto la sociedad sufre un “déficit de cuidados”. Y los proyectos piloto han demostrado que una renta básica anima a los hombres a realizar más tareas de cuidados contribuyendo a debilitar el dualismo de género que las feministas señalan con razón.

La renta básica también fomentaría una actitud más emprendedora. Una proporción significativa de las personas encuestadas respondieron que esta les animaría a poner en marcha una pequeña empresa —el 8 % en Italia, el 10 % en Francia, el 13 % en Alemania y el 19 % en Portugal—. El entusiasmo empresarial es aún mayor entre jóvenes —el 14 % en Italia, por ejemplo—. Muchos jóvenes también dijeron que una renta básica les permitiría dedicar más tiempo al voluntariado o al activismo social, incluyendo más de una cuarta parte de los jóvenes en Alemania y el 13 % en Francia. La sociedad quiere, sin duda, una juventud más comprometida y activa socialmente.

Una lección que seguramente hemos aprendido durante la pandemia es que la mayoría de nosotros somos vulnerables no solo a la enfermedad, sino también a los trastornos que se pueden ocasionar en nuestras finanzas, relaciones y estilos de vida. Dentro de esta muestra representativa de personas de seis países relativamente ricos, solo pequeñas minorías respondieron que una renta básica marcaría una diferencia pequeña en sus vidas —11 % en Italia y 6 % en Portugal, por ejemplo—. Una seguridad básica a largo plazo sigue siendo algo que la mayoría de nosotros valora.

Deberíamos implorar a los responsables políticos europeos que pongan en marcha proyectos piloto de renta básica en regiones de toda Europa. Lo ideal sería que algunos gobiernos valientes avanzaran hacia un sistema nacional. Pero, a falta de eso, sin duda ha llegado el momento de poner en marcha proyectos piloto para explorar el potencial transformador de la renta básica. Según esta encuesta, más del 70 % de los europeos la quieren.

Y es en este punto donde nos encontramos cuando sale este libro que se suma a lo que es un conjunto impresionante de textos y evidencias en favor de la renta básica. Realmente ha llegado la hora de una nueva transformación. Tal vez el horror de la pandemia sirva de inspiración para romper el corsé que nos mantiene inmovilizados y dar paso así a una sociedad mejor y ecológicamente más equilibrada.

es profesor investigador asociado de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres y copresidente honorario de la Basic Income Earth Network.

Fuente original: Renta Básica: una herramienta de futuro (Editorial Milenio, 2021)

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