Más epidemiología y menos autoritarismo (España)

MIÉRCOLES, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Uno ya está un poco harto de la reincidencia en determinadas decisiones erradas de los políticos. Por segundo año consecutivo, la atención primaria ha quedado en verano a los pies de los caballos coronavíricos, más muerta que viva, intentando hacer su trabajo de siempre, el mucho añadido por esta ola veraniega, aumentando la presencialidad y, todo ello, sin el refuerzo prometido (aquí). Y sobre todo, uno está harto de que los políticos intenten camuflar su poca previsión, precaución y coordinación con más autoritarismo, más  medidas restrictivas y centrifugando culpas de lo que, si alguien tiene alguna responsabilidad, son ellos mismos. Hemos llegado a un punto crítico de evolución de la pandemia. La reducción de la transmisión atribuida a las vacunas demostrada en variantes previas no se aprecia con la Delta. Por lo tanto, se esfuma la inmunidad de grupo pese a la cuenta atrás diaria iniciada hace pocas semanas por el Presidente del Gobierno. Y hay quien afirma que las vacunas pierden efectividad en prevenir formas graves de enfermedad y muerte con la variante Delta. Necesitamos, pues, más investigación epidemiológica en el mundo real para responder a determinadas preguntas y menos autoritarismo con el que camuflar decisiones políticas erróneas y descoordinadas. Si esta investigación epidemiológica la hacen otros (aquí,  aquí y aquí), ¿por qué no la hacemos nosotros? De todo ello hablo en este artículo que hace pocos días publicó Diario de Navarra (aquíaquí) y que reproduzco a continuación.

 

Más epidemiología y menos autoritarismo

Esta quinta ola pandémica ha sido inesperada para muchos, también para quienes menos debería haberlo sido: los responsables de sanidad del Ministerio y las Comunidades Autónomas. Con una reciente cuarta ola pequeña en primavera (una “olita”, según Fernando Simón) con relativa poca mortalidad asociada; y con un proceso de vacunación que avanzaba a buen ritmo, estos responsables preveían un verano tranquilo. Y ante el segundo verano pandémico, de nuevo organizaron las vacaciones de los profesionales sanitarios como si no hubiera pandemia. Es decir, como siempre: sin sustituir prácticamente a nadie, especialmente en atención primaria. Además, tras la cuarta ola, despidieron a muchos rastreadores, médicos y enfermeras, contratados meses atrás, pues barruntaban un verano manso en coronavirus.

Pero no ha sido así. Y esta imprevisión no se debe disimular con más autoritarismo (más mascarillas, pasaportes covid para todo, vacunas obligatorias, etc.). Ni culpando indiscriminadamente a los jóvenes del aumento de contagios pues el verano pasado, sin vacunas, la vida social fue tan o más intensa que este sin tanta repercusión en contagios, ingresos o muertes.

A diferencia del verano pasado –sin vacunas y un 5% de sujetos inmunes por infección natural–, iniciamos esta quinta ola veraniega con 18 millones de personas correctamente vacunadas y, al menos, un 15% de la población inmune por infección natural. Pese a ello, esta quinta ola es tres veces más intensa en contagios que la cuarta y, en su pico de fallecimientos –cuando aún faltan la mitad–, supera ya de largo en muertos a la cuarta y el total de fallecidos de junio, julio y agosto de 2020. Pese a bautizarla como “ola joven” no está siendo pues ninguna broma. Ante esto, algunas preguntas requieren respuestas para saber a qué atenernos.

Los contagios en Navarra en esta quinta ola empezaron a descender días antes de implantarse el toque de queda y el cierre del ocio nocturno. No sólo ocurrió en Navarra. Estas medidas tienen efecto en la reducción de casos pero, sin hacernos trampas en el solitario, deberíamos reconocer que el contagio descendió claramente antes de que estas medidas pudieran ejercer efecto alguno. Esto nos obliga a la investigación epidemiológica. ¿O no es también cierto que una vez la curva se dio la vuelta y empezó a bajar a mitad de julio, siguió bajando prácticamente a la misma velocidad que subió, pese a persistir botellones y no fiestas? Necesitamos más investigación epidemiológica y menos autoritarismo.

Tiene poco sentido la obligación vacunal o de pasaportes covid cuando las actuales vacunas, en los correctamente vacunados, no reducen apenas la transmisión de la variante delta predominante en Navarra, en España y en los países de nuestro entorno. Es decir, los vacunados tienen mucho menos riesgo de infectarse, pero si lo hacen pueden contagiar a los demás prácticamente igual que los no vacunados. La vacuna es muy efectiva reduciendo el riesgo de enfermedad grave, ingreso y muerte. Por eso debemos seguir vacunando. No se entiende que el ritmo de vacunación haya descendido tanto en España. Durante julio y lo que va de agosto, cada semana transcurrida se ha vacunado a menos personas y, a fecha de hoy, tenemos más de 5 millones de dosis en las neveras sin poner.

Para saber a qué atenernos necesitamos respuestas a preguntas que los datos de esta quinta ola ayudarían a contestar. Dentro de unos meses, con la práctica totalidad de la población diana vacunada, ya será más complicado obtener estas respuestas.

Necesitamos saber si la inmunidad natural adquirida tras la infección es, como en otras muchas enfermedades infecciosas, de mayor duración que la proporcionada por las vacunas. Necesitamos saber si la efectividad de las vacunas frente a la enfermedad grave y la muerte sigue siendo similar a la que mostraron en los ensayos clínicos que sostuvieron su aprobación provisional. Los sujetos que pasaron la enfermedad en olas previas, los no vacunados o parcialmente vacunados, ¿han tenido más o menos riesgo de infectarse (o reinfectarse) o de ingresar en el hospital o morir que los sujetos vacunados con pauta completa? Lo mismo podríamos preguntarnos sobre los valores de la Ct al diagnóstico y sobre el riesgo de muerte tras la infección en cada uno de estos cuatro grupos: vacunados con pauta completa, parcialmente vacunados, no vacunados y sujetos reinfectados.

Los datos para responder a estas preguntas los tienen los servicios autonómicos de salud y el Ministerio pronto debería recopilarlos y analizarlos en un estudio epidemiológico especial de esta quinta ola. Por cierto, 10.000 nuevos casos en profesionales sanitarios se han dado en esta quinta ola pese a que la inmensa mayoría estaban vacunados, ¿alguien piensa estudiar esto? Necesitamos responder a estas y otras preguntas para tomar decisiones más acertadas en los próximos meses. Insisto, más ciencia, más investigación epidemiológica y menos autoritarismo.

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Juan Simó Miñana. Médico de familia.
Centro de salud Rochapea. Pamplona.

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